Tras muchos años de viajes, mudanzas y viviendas de alquiler, la familia necesitaba un espacio donde sentirse cómoda y tranquila. Un lugar en el que cada miembro pudiera tener su propio espacio, y además disponer de zonas abiertas donde compartir o, por el contrario, poder aislarse.
La ubicación fue el punto de partida en la búsqueda, ya que la cercanía al mar, viviendo en Valencia, se consideraba indispensable.
Urbanísticamente, las parcelas de primera línea de la Malvarrosa tienen una fachada muy estrecha por un largo muy profundo, por lo que la premisa de partida fue eliminar la sensación de “tranvía” de la vivienda original. Por este motivo se creó un patio interior, de dimensiones remarcables con respecto al edificado, para pasar de una planta rectangular y angosta a una sucesión de espacios más cuadrados y mejor iluminados y ventilados.
El patio verde – elemento articulador de la reforma y ampliación – recorre la vivienda y dialoga con ella. En planta baja, zona de día diáfana, permite separar la zona de estar de la zona más activa de cocina y comedor. Es a través de él y contemplando su vegetación, que estos dos espacios se unen o separan, abriendo o cerrando los ventanales de cristal. En la planta primera, permite iluminar la circulación y las zonas húmedas, a la vez que dota de mayor intimidad a las habitaciones. Y en la planta de la buhardilla, desaparece para dar paso a las vistas.
El patio verde también se propone para crear ventilaciones cruzadas y permitir que la vivienda se abra en verano a las corrientes de aire más frescas. Su diseño pretende evitar la instalación de aire acondicionado.
En la elección de los materiales, así como en el proceso constructivo, se ha tenido muy en cuenta la arquitectura vernácula. La escalera interior se realiza de bóveda tabicada valenciana, y se reviste de barro su pisada, mismo material que se usa en todos los pavimentos de la vivienda, tanto interiores como exteriores. Las carpinterías exteriores son de madera de iroko, y enmarcan las vistas. Se ha vuelto al uso de estos materiales clásicos por su sostenibilidad, su fabricación artesana, pero también por la sensación de bienestar que producen, ya que ambos son materiales que permiten controlar la humedad relativa del interior de la vivienda, refrescan en verano y dotan de calidez durante los meses más fríos.
En definitiva, se ha jugado con elementos de la arquitectura tradicional mediterránea para realizar una vivienda cómoda, agradable y versátil en sus usos.